Habíamos utilizado biomasa durante milenios antes de que los combustibles fósiles conquistaran el planeta desde el siglo XIX. Pero vuelve a cobrar protagonismo ahora que estos están en recesión y se ha demostrado que son un peligro medioambiental.
Estamos en un momento especialmente brillante para este renacimiento. Pero, antes de profundizar en sus ventajas, ¿sabes qué es la biomasa? A continuación hablamos de ella y de su importancia.
Las plantas crecen gracias a la energía de la luz solar y al dióxido de carbono de la atmósfera. Este carbono es captado y transformado en estructuras biológicas como, por ejemplo, madera, corteza u hojas. Pero también en las cáscaras de los frutos o los huesos y, en definitiva, cualquier tejido de la materia orgánica vegetal y animal.
Cuando esta materia orgánica se quema, se libera su carbono y energía. Eso es lo que entendemos como biomasa: un combustible de origen biológico que es posible renovar. Siempre hay plantas en crecimiento para proporcionar leña, rastrojos y otros restos combustibles. El ciclo siempre está en marcha.
Las fuentes de energía renovables son especialmente interesantes precisamente por esa característica. Nos permiten aprovechar desechos orgánicos y producir energía sin temer al agotamiento de los recursos. Efectivamente, la materia orgánica se agota una vez quemada, pero el sistema productivo nos permite asegurar un suministro constante. Así, podemos clasificar estos combustibles en diferentes tipos:
La materia orgánica combustible se utiliza como fuente de energía doméstica e industrial o incluso para producir electricidad en centrales térmicas. Sea a pequeña o gran escala, la quema de este combustible presenta unas ventajas innegables. Además de la más evidente, ser fuente de energía, debemos destacar:
En definitiva, la biomasa nos permite conseguir energía al mismo tiempo que reducimos el impacto medioambiental. ¿Se puede pedir más?